Dice
Coetzee en Verano: “Es muy
difícil ser Tolstói en la vida y en la literatura”. Y de esa supuesta
incapacidad, de esa aparente contradicción, es precisamente de donde emana el
virtuosísmo de Coetzee. De sus constantes negaciones como escritor y como
persona completa surge su plenitud de animal literario. Lo has resumido muy
bien Chs. Este libro es de los que te mantiene intelectualmente activo. Aunque
no exista una unidad de acción. Aunque no haya una narración o, más bien, no
exista una secuencia narrativa ordenada. Porque todo parece un espejismo. Porque
el narrador, el propio Coetzee, no busca definirse a través de los otros, ni
definir a los otros a través de si mismo. Todo lo escrito es un enorme conglomerado
de ida y vuelta que, además, tiene múltiples censores; su propia visión
biográfica, la influencia del padre o su visión futura como viejo padre, el
narrador que cuenta la historia, el familiar que le impide relatar determinados
pasajes y el resto de personajes que interactúan unos con otros en todas las esquinas
aunque sólo aparezcan citados brevemente. Y algo más, que creo que el libro
pone de relieve de forma contínua: que difícil resulta contar lo que no se
entiende o lo que si se entiende pero no se comprende. Qué difícil es contarse
a sí mismo. Coetzee escribe con todo lo que es y con todo lo que no es. Philipp
Roth decía en algún sitio, que el escritor se acerca más a la verdad biográfica
cuanto más se aleja de los “hechos”. Y digo yo, que aunque no se si Coetzee ha
estado cerca de los hechos que narra en Verano, si está exponiendo sus emociones,
y todo eso velado con un aparente no exponerse.
Para mi gusto, otra
obra literaria imprescindible y... un dilema:
¿Qué isla me llevaría a un libro
este Verano?
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