2 de abril de 2013

El proyecto Lázaro, de Aleksandar Hemon

"El hogar es allí donde tu ausencia no pasa desapercibida"

Chicago, 1908. Un jovencísimo Lázaro Averbuch, huido de su país natal por ser judío y tras haber visto asesinar a la mayor parte de su familia durante un polgromo, tropieza con los prejuicios de una sociedad que teme al forastero y sobre todo, al pobre. “Jamás te fíes de un hombre hambriento”, lee Lázaro en los ojos del comerciante a quien le compra caramelos. La puerta chirría (“por supuesto”, dice el autor), alguien descorre la cortina de una ventana, las ramas caídas por el peso del hielo golpetean contra el suelo.

Chicago, 2004. Un aspirante a escritor nacido en Bosnia y casado con una norteamericana, decide emprender un viaje a su país de origen a fin de rastrear los pasos de ese Lázaro Averbuch sobre el que quiere escribir una novela.

Esas dos historias paralelas articulan la novela. La primera está narrada en tercera persona y tiempo presente; la segunda en primera persona y tiempo pasado. Dos narradores, o más bien el mismo pero con funciones distintas. Pero Hemon no se conforma con eso, la doble trama se ramifica en un caudal de pequeñas historias y junto a sus dos narradores resuenan múltiples voces. Al relato escrito sobre Lázaro por el narrador-escritor se suma el que escribe el periodista, William P. Miller, y que nos transmite sin reparos los prejuicios de la época, al describirnos a Lázaro por sus “rasgos foráneos” “a todas luces siciliano o judío”. Más aún, el autor salpica las páginas con esa carta que la hermana de Lázaro quiere escribir a su madre y que empieza una y otra vez alumbrando en cada ocasión una visión distinta. No menos rica es la segunda historia, donde a la voz del narrador en primera persona se le suma la de Rora, el fotógrafo que le acompaña, y que con sus anécdotas y chistes, a veces incomprensibles, otras heladores, aporta el contrapunto perfecto. Rora es quizá es el personaje más interesante de la novela, un fabulador nato cuyas aventuras pueden resumirse en la respuesta que da cuando le detienen en la frontera y le preguntan por su identidad: “Soy un jugador”.

Chistes, anécdotas, lenguaje cinematográfico, monólogos, novela negra, todo ello se entreteje, se anuda y se aprieta hasta formar un tapiz tan rico en matices como la verdadera historia que cuenta. Porque nada es fortuito en esta novela de finísimo encaje. “¿Por qué empieza el día judío con la puesta de sol?”, se pregunta el protagonista y esa pregunta acompaña al lector mientras descubre el irracional sufrimiento al que se ven sometidos los oprimidos, por muy distintos que sean los lugares o las épocas en que habitan.

Entretanto, la identidad dividida entre un pueblo al que lo que le importa es la coherencia interna del relato y otro que solo busca la veracidad; la mediocridad moral que le impide acceder a la superioridad ética, pero también volcarse en una existencia licenciosa; o la necesidad de explicar lo inexplicable de una guerra basada en relatos del pasado, más aún cuando el pasado puede ser contado de tantas maneras, cuando al final de todas las historias son siempre los más débiles los que sufren las consecuencias.

Escrita en inglés por Aleksandar Hemon, escritor bosnio afincado en Estados Unidos desde 1992, El proyecto Lázaro fue finalista del National Book Award. Aun siendo complejo, se trata de un libro sumamente ameno, que reúne los tres elementos que hacen que un libro sea una apuesta segura: una sucesión de peripecias interesantes, dilemas morales que cuestionan al lector y un arte innegable para embelesar. La multiplicidad de conflictos y de voces la convierten además en lectura  inolvidable.