7 de julio de 2013

Una tertulia sobre música. Palabras en Do Mayor

El pasado 23 de junio hubo concierto Tertulecto, justo dos días después de que el mundo celebrara el día mundial de la música. Con letras de Nick Hornby y de Christoph Drösser y música a cargo de un nutrido grupo de Tertulectos que interpretaron de forma magistral los “libretos” encomendados. Un Concierto Sinfónico a ratos, cameratas muy afinadas siempre, arias importantes… y muchas notas en el pentagrama que habrá que ordenar para completar las obras reescritas e interpretadas en una tarde de domingo, una velada sin duda en tono de do mayor. Sin bemoles ni sostenidos.  Un concierto participativo e intenso y con una visión amplia de la importancia de la música para la vida y para morir en vida; para sobrevivir a la muerte. Para el amor y para el desamor, para aprender y para enseñar, para soñar, para emocionar, para exaltar, para pelear y para apaciguar. Para encontrarse a sí mismo y para identificar al otro. Para vocalizar y para escuchar. Para sosegar con su arrullo o despertar con su aluvión. Somos agua y algunas otras sustancias y minerales que reaccionan químicamente al son de la música. Las palabras, pocas o muchas, son manifestaciones musicales en tono continuo que provocan emociones en función de su tono, su ritmo y su composición y, de palabras, hay en nuestro grupo grandes intérpretes para completar, con las reseñas de los libros que hemos leído durante el pasado mes de junio, la crónica de una tarde de música. Una tarde de alta fidelidad a los principios Tertulectos y seductora por las variaciones aportadas a este maravilloso mundo de la música. Y, en otro lugar, en la RAE, el Auditorio Nacional de la Palabra, el mismo día y a la misma hora, se celebro otro concierto: el discurso de toma de posesión, como Académico de la Lengua, del traductor Miguel Sáenz Sagaseta de Ilúroz, otro intérprete generoso que ha permitido a muchos ciudadanos monolingües acercarse a escritores de la talla de Günter Grass, Bertolt Brecht, W. G. Sebald o Thomas Bernhard.

Atención, porque la música continúa.

¡Qué no pare la música!

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