27 de enero de 2013

En defensa de la intolerancia, Slavoj Žižek


Esta no va a ser una reseña al uso. Tampoco lo es el libro de Slavoj Žižek. Aun siendo escueto y aparentemente simple, a medida que se lee se encienden tantas bombillas como en la inauguración de una feria andaluza. El autor, de nacionalidad eslovena, es investigador de la Universidad de Liubliana, catedrático de la European Gradute School, director de Birbeck Institute for the Humanities de la Universidad de Londres, y uno de los ensayistas más polémicos de nuestros días. Autor prolífico donde los haya, seguidor de las teorías de Lacan y de Marx, Žižek posee una forma peculiar de argumentar, criticada por falta de rigor por algunos filósofos, basada en la sucesión de ensayos aparentemente inconexos que, mediante ejemplos y paralelismos claros, van vapuleando al lector hasta el K.O. final, donde este cae rendido a sus argumentos. Así ocurre con En defensa de la intolerancia, un libro publicado en 1998 cuyas palabras, entonces tal vez especulativas, ofrecen una clarividente visión de lo que hoy por hoy lamentablemente observamos con descarnada realidad. Por eso, es imposible no establecer, al leer cada capítulo, algunos paralelismos con los acontecimientos más recientes.

Empecemos por el primer capítulo, titulado “La hegemonía y sus síntomas”. En él,  Žižek afirma que cualquier concepto ideológico de alcance universal puede ser hegemonizado por un contenido específico que acaba “ocupando” esa universalidad, es decir, se busca una distorsión y se viste del ropaje de lo “típico”. Es fácil pensar en ejemplos que corroboren su afirmación. ¿No encajaría bien ahí, por ejemplo, la imagen de los funcionarios o de los servicios públicos que a menudo se intenta difundir? 

Pasemos al segundo, “¿Por qué las ideas dominantes no son las ideas de los dominantes?” Žižek nos explica aquí que toda ideología necesita de una “no ideología”, a la que llama también momento utópico. Es decir, toda ideología, según el autor, se compone de un contenido específico, que expresa los intereses de las fuerzas dominantes, y de un contenido popular, que expresa el anhelo íntimo de la mayoría. Y aquí podemos volver de nuevo al tema de las privatizaciones que, si bien benefician a determinados intereses, ¿no despiertan también entre los ciudadanos un anhelo por el que muchos estarán dispuestos a dejarse llevar?

En el tercer capítulo, Žižek traza un cuadro de distintos modelos de política: la ultrapolítica, la archipolítica, la parapolítica, la metapolítica y la post-política. Según el autor, nos encontramos en la era de la post-política, donde los tecnócratas colaboran con los multiculturalistas liberales y se busca la negociación y el consenso. Esta, que podría haber sido la situación con el gobierno laborista británico al que hace referencia, no es, por desgracia, nuestra situación actual, donde podríamos haber retrocedido a grandes zancadas hacia el anticuado modelo de la archipolítica donde, de nuevo según el autor, la sociedad es considerada como un cuerpo y los conflictos no son sino enfermedades que hay que superar. Me llama la atención que el autor critique esa post-política en la que lo bueno es “lo que funciona”, porque, a día de hoy, ese parece un ideal inalcanzable. Pero para Žižek, ese sería un arte de lo posible, cuando la verdadera política es “el arte de lo imposible”.

Un rasgo característico de esa sociedad en la que la política no ocupa ya un lugar central es el de la violencia excesiva y gratuita, algo que a menudo vemos en los Estados Unidos o que hemos podido presenciar hace pocos años cuando los jóvenes londinenses saquearon las tiendas del centro de la ciudad. Otro de los fenómenos frecuentes es el que se esboza en el capítulo titulado “La tolerancia represiva del multiculturalismo”, donde se habla del resurgir de las diferencias culturales o de los nacionalismos ante la impotencia que los ciudadanos sienten frente a un capital ciego, desvinculado de sus orígenes, con los que ha cortado el cordón umbilical y que extiende sus tentáculos ignorando las fronteras.

En el capítulo titulado “Por una suspensión de izquierdas de la ley”, el autor invoca el concepto de “suspensión política de la ética” de Kierkegaard. No explica en qué sentido debería producirse esa suspensión, aunque avisa de que no es suficiente desarrollar luchas particulares dejando intacto el proceso global del capital. 

Y ahí llega la parte más interesante del libro, la que titula “La sociedad del riesgo y sus enemigos”. Es ahí donde advierte de la inexistencia de un poder planetario, un destino, o un mercado: nadie lleva las riendas. Además, nos enfrentamos a riesgos de gran alcance: la pobreza, la exclusión, la sustitución por máquinas, la clonación, los accidentes nucleares, el cambio climático y ante todo eso tenemos que tomar decisiones sin contar con la suficiente información. Žižek apela ahí a Marx y a su aspiración de una sociedad regulada por la “inteligencia colectiva”. Para el autor, son los afectados los únicos que pueden decidir, más aún cuando, como dice, la autoridad simbólica se ha desintegrado y los amos son gente corriente, como Bill Gates o Steve Jobs.

Muy interesante también, aunque algo desvinculado del resto, es el capítulo dedicado a la sexualidad, donde se abisma en los experimentos de clonación y la posibilidad de clonar no solo un cuerpo, sino también un alma humana, o en el consumo del viagra, que hace que la excitación sexual deje de estar sujeta a una naturaleza inexplicable.

Por último, el colofón se encuentra en el capítulo titulado “¡Es la economía política, estúpido!”. Ahí recuerda el autor a la Escuela de Frankfurt, que ya en los años 30 argumentaba que precisamente entonces, cuando los ciclos incontrolables del mercado empezaban a determinar el éxito o el fracaso del productor, era cuando se empezaba a idolatrar al “genio de los negocios”, atribuyéndole un don especial para descubrir aquellos mecanismos inexplicables que creaban o destruían la riqueza. Volviendo al genio de Bill Gates, el autor se pregunta por qué no se intenta averiguar no tanto qué hizo Bill Gates para amasar su fortuna, sino ¿qué sistema permitió que lo hiciera? ¿Cómo está estructurado el capitalismo para que un solo hombre pueda alcanzar un poder tan desmesurado? Lo que Žižek nos pone ante los ojos es la incapacidad, la ineptitud o la desidia de la política actual ante la economía, con las consecuencias que ahora estamos sufriendo. Lo que el autor defiende, ante todo, es la repolitización de la economía.

Žižek cierra el libro con una metáfora de la sociedad actual a la que compara con un tamagochi, un aparato que reclama, que exige, pero que en realidad es totalmente pasivo. Esa relación de “interpasividad” que Žižek denuncia es seguramente la que ahora está cambiando. La historia demuestra que hace falta un desastre para que las cosas cambien: el derrumbe financiero, la crisis generalizada, el recorte de las libertades, el desmantelamiento del estado del bienestar están movilizando a la sociedad, y esa interpasividad se está convirtiendo en interactividad. Ahora, cabe esperar que sea posible alcanzar un estadio en el que política y ciudadanía puedan ir de la mano y juntas trabajar para poder encarar de veras los retos colosales a los que nos vamos a tener que enfrentar.

Reseña recomendada: En defensa de la intolerancia

26 de enero de 2013

Debates: la integridad, la ciudad y el prófugo

Llevamos tiempo sin escribir en el blog, pero no sin leer y comentar nuestras lecturas.

El penúltimo encuentro giró en torno a "la integridad".
¿Qué es la integridad?
¿Está la integridad ligada al altruismo o puede ser íntegro también el que persigue únicamente su propio beneficio?
¿Por qué, en tiempos donde la flexibilidad y la capacidad de adaptación son las cualidades más valoradas tanto entre las personas como entre las empresas o incluso los países, seguimos aspirando a la integridad?
Nuestras lecturas para reflexionar sobre todo ello: La condición humana, de André Malraux, y En defensa de la intolerancia, de Slovoj Zizek.

El último encuentro tuvo por tema "la ciudad".
¿Son buenas para el desarrollo del ser humano las ciudades?
¿Cuáles son sus ventajas? ¿Cuáles sus dificultades?
¿Cómo sería la ciudad ideal?
Lecturas: La cuadratura del círculo, de Gheorghe Sasarman, Ciudades posibles, VV.AA., y El triunfo de las ciudades, de Edward Glaeser

El próximo tiene también un tema estimulante: "El prófugo, el perseguido, el exiliado"
¿Qué hace que en ciertas circunstancias cualquier inocente pueda ser considerado culpable?
¿Qué condiciones se dan para que un país, una comunidad, un círculo determinado expulsen sin más al que es diferente?
¿Cómo evitarlo? ¿Cómo proteger al perseguido?
Y nuestras lecturas: El proyecto Lázaro, de Aleksandar Hemon, y La belleza y el infierno, de Roberto Saviano.

8 de enero de 2013

Ciudades posibles


CIUDADES POSIBLES
V.V.A.A.
Escuela Contemporánea de Humanidades
Desórdenes Biblioteca de Ensayo.
LENGUA DE TRAPO

La colección de ensayos que nos ocupa es el resultado de los debates de los miembros del seminario de investigación de la Escuela Contemporánea de Humanidades durante el curso 2001-2002 “sobre la ciudad, sobre la ideas que se ocultan tras ese nombre y también sobre los acontecimientos y previsiones (…) en relación con el sinnúmero de problemas que plantea una humanidad que, cada vez más, vive en, por y para las ciudades”.

Aunque en una primera aproximación pareciera que muchos de los textos no tuvieran relación directa con el tema, lo cierto es que la ciudad, como lugar de intercambio y crecimiento, como elemento que nos define y nos diferencia, permite desarrollar a su alrededor y bajo su concepto toda clase de reflexiones más o menos específicas ya que casi todo está contenido en la ciudad y la afecta o se ve afectado por ella.

Los once ensayos abarcan desde los aspectos históricos de la creación de la ciudad y su evolución y transformación a lo largo de los siglos, hasta su relación con la estadística, la física, la política, los medios de comunicación, las relaciones en la ciudad digital, pero siempre proponiendo hipótesis y reflexiones inconformistas que obligan a posicionarse sobre lo tratado y abriendo puertas que seguramente quedarán abiertas y está bien que así sea.

Tal vez lo mejor del libro sea que ninguno de los ponentes pretende pontificar ni abrirnos los ojos a sus verdades, con lo que se consigue transmitir el clima de debate y reflexión que debe de haber prevalecido en el seminario de investigación.

Merece señalarse la profundidad del texto de Ramón Rodríguez, “El intelectual en la ciudad”, donde abunda especialmente en la relación de la sociedad con los medios de comunicación que resulta bastante movilizador pero, más allá de evaluar cada uno de los textos, tal vez sea más interesante enumerar algunas de las cuestiones que el conjunto nos sugiere y que deja en cada uno la posibilidad de reflexionar y posicionarse al respecto.

¿Es imparable el crecimiento constante de las ciudades?
¿Es viable la implantación de políticas estatales y no municipales que prevean y organicen los riesgos medioambientales y ecológicos que suponen las actuaciones individuales sobre las urbes en beneficio o detrimento de otras? 
¿Nos aísla el desarrollo de las relaciones virtuales o, por el contrario, potencia y complementa la necesidad de contactos directos y personales? 
¿Renegamos de la ciudad por convencimiento o porque idealizamos otras opciones ya casi inexistentes? ¿O es que la escala desmesurada de las ciudades actuales nos obliga a intentar descubrir otro modelo que recupere la escala humana? 
¿Cuál es el lugar del intelectual en la sociedad actual de la comunicación? ¿Debe resignar alguna de sus libertades para acceder a los medios masivos y de esa manera poder proyectar sus opiniones? ¿Qué arriesga con esa opción? 
¿Cuáles serían las posibles consecuencias sociales de la actual transformación del trabajador en agente económico aislado mediante la desaparición de los lazos estables entre el trabajador y su empleo? 
¿Compiten las nuevas formas de vecindad surgidas del mundo digital, que llegan a sustituir al espacio natural, con las formas tradicionales de relación? ¿Es viable una gran urbe digital que jibariza las distancias y permite el ocultamiento personal del individuo tras su propio avatar? ¿Cuál es el riesgo de esas relaciones anónimas tras la pantalla? ¿Hay diferencia entre esa nueva vecindad y la vecindad anónima y civilizada de los grandes bloques de viviendas en los que la gente se saluda y convive pero se ignora realmente? 
La preconizada tolerancia de algunas ciudades cosmopolitas ¿no esconde en realidad una absoluta indiferencia hacia la realidad del otro? ¿Somos tolerantes o queremos que nos dejen en paz? 
¿Cuál es la moral de las ciudades? 
¿Qué ofrecen además de moda? 
¿Existe una ciudadanía digital? 
¿Es realmente una forma de conservación la transformación de los centros históricos en parques temáticos al gusto del turista? ¿Qué supone la rehabilitación de edificios históricos? ¿A cambio de qué? 
¿Son representativos los sistemas democráticos en vigor en esta era digital? ¿Sería viable una democracia que permita la consulta permanente del ciudadano mediante los medios digitales disponibles? ¿Cuáles son sus riesgos? 
¿Es posible democratizar el desmesurado poder de los medios, en especial la televisión? ¿Cómo oponerse a su dictadura mediante métodos democráticos? 
¿Debe el ciudadano resignar derechos en nombre de la seguridad? ¿Cuánto? ¿Con qué garantías?....

Son solo algunos de los temas a considerar a partir de la lectura de las ponencias, ninguno de los cuales admite una única respuesta  y en los que  merece detenerse a pensar un rato.