Amor, un sentimiento
desordenado de Richard David Precht
“El
ser humano no está hecho para una felicidad constante y duradera, está hecho
solo para soñar esa felicidad”
Amor, un sentimiento
desordenado, recorre
la biología, la sociología y la filosofía para explicar qué es el amor. Como el
mismo autor advierte, no se trata de un libro de autoayuda ni aporta las claves para triunfar en el amor, pero sí ayuda a comprender las dudas que se
generan en torno a este sentimiento y los comportamientos contradictorios que
provoca.
El
ensayo se estructura en tres bloques. En la primera parte el autor responde en
qué medida es la biología y en qué medida es la cultura la que determina la
conducta diferente de hombres y mujeres.
En la segunda intenta definir y conceptualizar el amor y, en el tercer bloque,
revisa las claves que definen el amor en la sociedad actual.
Para
fundamentar sus teorías, Richard David
Precht,
hace un extenso trabajo de
recopilación de experimentos científicos y teorías filosóficas y sociológicas y
las relata de una forma sencilla y
divertida. En mi opinión, este es uno de
los grandes valores del libro, el trabajo de divulgación científica. Así, nos enteramos como los chimpancés pueden
morir de amor, pero de amor maternal, no de pareja. O como determinadas
especies féminas de aves se interesan por el nido en su búsqueda de compañero,
sí, pero el elegido no es el galán que
ofrece mejor cobijo, sino que las hembras solo utilizan esta información para
rechazar a los que no tienen un
nido con unas mínimas condiciones. Y si alguien piensa que las ratas son muy
eficientes a la hora de reproducirse es porque no conoce el sistema que han
desarrollado alunas especies inferiores: se pueden volver hermafroditas en
tiempos de carencia cuando no encuentran compañero con quien aparearse. Los
experimentos en nuestra especie también están presentes en el libro. Se nos
relata cómo las hormonas describen (en opinión del autor, no explican)
determinadas reacciones emocionales. Por ejemplo, la oxitocina, la hormona
conocida por su implicación en el parto, se segrega cuando alguien nos abraza o
nos acaricia y ello causa excitación, satisfacción y sensación de cobijo. Esta
misma hormona se libera en mucha menor cuantía tras la masturbación. Y
para convencernos de lo circunstancial
de nuestros deseos, de lo que influye el contexto en el enamoramiento, Precht
escoge un experimento llevado a cabo en el Capilario Canyon Suspension Bridge,
el puente colgante más largo del mundo, y nos demuestra que un entorno
determinado causa excitación y este estado favorece el estímulo sexual. Eso es
lo que le ocurrió a un grupo de turistas conejillos de indias que, tras visitar
el puente conducidos por una espectacular y sensual guía turística, intentaron
mantener contacto con ella. Este estímulo
sexual no se produjo cuando la
misma mujer acompañó a los turistas por un simple puente de madera. Son solo algunos ejemplos de los experimentos
científicos relatados. El ensayo está lleno de ellos.
Las
conclusiones a las que llega Precht son
que deseo, enamoramiento y amor son conceptos diferentes. El deseo es una
emoción, existe per se, como el frío o el hambre, pero el amor es un sentimiento y los
sentimientos nacen cuando las emociones desencadenan representaciones. Por lo
tanto, los sentimientos no se tienen, son interpretaciones (uno no duda de si
tiene frio pero puede estar confuso sobre si siente amor). Por tanto, si el amor no es un objeto, sino algo que construimos mentalmente ¿Cuáles
son las instrucciones para esa construcción? Como la mayoría no somos ermitaños
y el amor no se desarrolla en una cueva,
hay una concepción personal y una social.
El amor romántico es el que domina el concepto del amor en la sociedad actual.
La
característica más importante del amor romántico es la idea de fusión de sexo y
amor. Hay precedentes de esta concepción del amor en otras épocas pero, así
como el romanticismo en otros tiempos no
era una expectativa realista para la mayoría de la gente, sino, más bien, una
fantasía de clases altas, ahora es una aspiración común. Hoy, en el amor, se busca la mezcla de vínculo y comprensión
con estímulo y emoción. Las expectativas que se tienen son tan amplias que son inalcanzables: las
parejas son o demasiado aburridas o demasiado escabrosas. Precht advierte de
que esta insatisfacción genera muchísimos puestos de trabajo. Perfumes,
lencería, peluquerías, gimnasios, libros de autoayuda, paginas de contactos,
viajes singles, viajes románticos, sex shops… El consumo de romanticismo es
inmenso y está absolutamente integrado en nuestra cotidianeidad. En palabras de
Precht “el descontento, reavivado sin cesar, pertenece inseparable al
capitalismo moderno. Unos ciudadanos
saciados son malos consumidores y ningún camino económico elude la
eterna renovación del estímulo”.
El
libro es, además, divertido, sobre todo en la primera parte, cuando hace una
crítica finísima llena de ironía a
grandes best sellers que han difundido ideas como que las mujeres y los
hombres tenemos diferencias insalvables en la forma relacionarnos ¿Quiénes se diferencian más en la forma de
comunicarse, un hombre y una mujer europea o
una mujer japonesa y una caribeña?, se pregunta Precht. Porque para el
autor, las diferencias son biológicas, sí, pero sobre todo culturales.
Hace
unos años, Precht vino a
España a promocionar la edición española de su libro. Algunos artículos de
prensa y entrevistas insinuaron que, el mismo
Precht, es un provocador que promociona bien sus libros con titulares
sobre la infidelidad o el sexo. Cuando se le conoce a través de Amor, un sentimiento desordenado, se
percibe a un intelectual con intereses mundanos que habla de temas tan
universales e inquietantes como el amor,
pero también a un autor riguroso,
concienzudo en la documentación y a un gran
divulgador que, con una prosa concreta, natural e irónica, entretiene, provoca,
divierte y, de acuerdo, vende muchos libros. Pero no es lo mismo vender
quimeras que vender conocimientos.
Estupenda reseña. A mí me ha gustado mucho el libro aunque, la verdad, creo que al final sigo sin saber nada de lo que es el amor porque el autor lo define como una especie de subproducto del amor entre padres e hijos, que sí que tiene una justificación biológica y evolutiva, pero aún así, ¿es suficiente esa justificación física para entender lo que sentimos en esos casos? Y el subproducto ¿qué demonios es?
ResponderEliminarPrecht dice que los sentimientos los construimos intelectualmente mezclando las emociones fisicas con nuestra biografía y nuestra historia,o eso entiendo yo. Por eso creo que el amor puede ser algo muy diferente según el momento que estemos viviendo y dónde. Con otros sentimientos pasa algo parecido. Seguramente no se odia igual a los 20 que a los 80 ni se odia con la misma intensidad si has vivido una gran injusticia que si eres un privilegiado de la vida. Pero estoy de acuerdo contigo, despues de leer el libro tampoco sé contestar qué es el amor, probablemente porque son mcuhas cosas
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