Nuestra próxima reunión
girará en torno a los viajes, un tema estupendo para empezar a preparar las
vacaciones.
Hubo un tiempo en que los
viajes nacían de la necesidad. La gente se desplazaba por razones económicas,
por supervivencia o por afán de conquista. Los viajes, además, se hacían a
lomos de animales, o como mucho en barco. Y eran tan largos que para el que los
hacía no eran tanto un viaje como una etapa más de su vida.
No fue hasta el siglo XIX
cuando se empezó a viajar por motivos de ocio, cuando las familias de clase
alta, especialmente de Inglaterra, Alemania o Francia, empezaron a desplazarse
sin otro motivo que disfrutar del sol, del arte, o de los beneficios de los
baños marinos o las aguas termales.
Y ya en el siglo XX, los
viajes dejaron de ser privilegio de las élites y todos empezamos a viajar. En
1950 se registraron 50 millones de turistas internacionales, cifra que aumentó
a los 278 millones en 1980, a 528 millones en 1995 y superó los mil millones en
2013.
La gente hoy viaja
constantemente, por trabajo, para estudiar, para visitar a amigos y parientes,
para descansar..., pero cuando hablamos del viaje por excelencia, ¿en qué
pensamos?
Para hablar de todo ello,
tenemos esta vez un libro de Ronaldo Menéndez, Rojo
aceituna, y una propuesta abierta de cualquier otro libro de viajes.
Antes de salir rumbo a otro
lugar este verano, os propongo preguntaros ¿qué me quiero traer de ese viaje?, ¿fotos, anécdotas, artículos de artesanía
para decorar la casa, conocimientos, experiencias, confianza, libertad?
O yendo más lejos, ¿qué es
realmente lo que me mueve a viajar? Citando a Ronaldo Menéndez, ¿es la luz lo
que me atrae o la sombra la que me empuja?
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