Chicago, 1908. Un jovencísimo Lázaro Averbuch, huido
de su país natal por ser judío y tras haber visto asesinar a la mayor parte de
su familia durante un polgromo, tropieza con los prejuicios de una sociedad que
teme al forastero y sobre todo, al pobre. “Jamás te fíes de un hombre
hambriento”, lee Lázaro en los ojos del comerciante a quien le compra
caramelos. La puerta chirría (“por supuesto”, dice el autor), alguien descorre
la cortina de una ventana, las ramas caídas por el peso del hielo golpetean
contra el suelo.
Chicago, 2004. Un aspirante a escritor nacido
en Bosnia y casado con una norteamericana, decide emprender un viaje a su país
de origen a fin de rastrear los pasos de ese Lázaro Averbuch sobre el que
quiere escribir una novela.
Esas dos historias paralelas articulan la novela. La primera está narrada en tercera persona y tiempo presente; la
segunda en primera persona y tiempo pasado. Dos narradores, o más bien el
mismo pero con funciones distintas. Pero Hemon no se conforma con eso, la doble trama se ramifica en un caudal de pequeñas historias y junto a sus dos narradores resuenan múltiples voces. Al relato
escrito sobre Lázaro por el narrador-escritor se suma el que escribe el periodista,
William P. Miller, y que nos transmite sin reparos los prejuicios de la época,
al describirnos a Lázaro por sus “rasgos foráneos” “a todas luces siciliano o
judío”. Más aún, el autor salpica las páginas con esa carta que la hermana de
Lázaro quiere escribir a su madre y que empieza una y otra vez alumbrando en cada
ocasión una visión distinta. No
menos rica es la segunda historia, donde a la voz del narrador en primera
persona se le suma la de Rora, el fotógrafo que le acompaña, y que con sus
anécdotas y chistes, a veces incomprensibles, otras heladores, aporta el
contrapunto perfecto. Rora es quizá es el personaje más interesante de la
novela, un fabulador nato cuyas aventuras pueden resumirse en la respuesta que
da cuando le detienen en la frontera y le preguntan por su identidad: “Soy un
jugador”.
Chistes,
anécdotas, lenguaje cinematográfico, monólogos, novela negra, todo ello se
entreteje, se anuda y se aprieta hasta formar un tapiz tan rico en matices como
la verdadera historia que cuenta. Porque nada es fortuito en esta novela de
finísimo encaje. “¿Por qué empieza el día judío con la puesta de sol?”, se
pregunta el protagonista y esa pregunta acompaña al lector mientras descubre el
irracional sufrimiento al que se ven sometidos los oprimidos, por muy distintos
que sean los lugares o las épocas en que habitan.
Entretanto,
la identidad dividida entre un pueblo al que lo que le importa es la coherencia
interna del relato y otro que solo busca la veracidad; la mediocridad moral que le
impide acceder a la superioridad ética, pero también volcarse en una existencia
licenciosa; o la necesidad de explicar lo inexplicable de una guerra basada en
relatos del pasado, más aún cuando el pasado puede ser contado de tantas maneras,
cuando al final de todas las historias son siempre los más débiles los que
sufren las consecuencias.
Escrita en inglés por Aleksandar Hemon, escritor bosnio afincado en Estados Unidos desde 1992, El proyecto Lázaro fue finalista del National Book Award. Aun siendo complejo, se trata de un libro sumamente ameno, que reúne los tres elementos que hacen que un libro sea una apuesta segura: una sucesión de peripecias interesantes, dilemas morales que cuestionan al lector y un arte innegable para embelesar. La
multiplicidad de conflictos y de voces la convierten además en lectura inolvidable.
No veía el modo de comunicarme con los gestores del blog, así que decidí usar esta vía. se trata de la nominación de Tertulectos para el Liebster Blog Award, un modesto galardón con el que se premia la labor de los bloggers. Ahí va el enlace:
ResponderEliminarhttp://juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com.es/2013/05/liebster-blog-award.html
Un saludo
Juan M. Sánchez