11 de abril de 2012

TEMA: RAZÓN Y EMOCIÓN. EL DEBATE

Son las seis y media de la tarde y acudimos a la cita sabiendo que habrá polémica. Y el debate, en efecto, no nos decepciona. Los argumentos a favor y en contra están tan bien planteados e hilvanados que uno va cambiando de bando según quien tenga la palabra. He aquí un resumen.
A Jane Austen hay que leerla sabiendo que lo que se lee pertenece a la Historia. La autora hace una magnífica postal de la sociedad británica del siglo XIX en la que la clase burguesa tiene un deber principal: conseguir perpetuar sus privilegios generación tras generación. Está prohibida la elección de un marido de clase social inferior. El amor romántico no es la prioridad. Pero también en esa época empiezan a surgir casos de jóvenes sin dinero que consiguen ascender socialmente a través de su carrera militar y que no están dispuestos a acatar las normas. Y en este contexto, y siempre teniendo presente cómo es la sociedad británica (“esto no es Francia y su revolución” precisa, oportunamente, la defensora de la novela cuando se critica la falta de coraje de la protagonista), surge la atracción entre dos personas de orígenes distintos. Él se siente rechazado porque de hecho lo ha sido inicialmente y no es sumiso a esa  regla de no transgresión de clases y ella se encuentra con  el dilema de enfrentarse o no a su entorno por amor ¿adivina el lector como acaba la historia?
Al más crítico del grupo le honra haber  cumplido con su deber democrático: leer la novela que habíamos votado la mayoría. Pero, como bien puntualiza, lo ha hecho sin ningún interés y eso es lo que no le perdona a Jane Austen, lo previsibles que son sus novelas. A las pocas páginas de empezar el libro, en el momento en que aparece el apuesto y rico joven, ya nos imaginamos con quien se casará la protagonista. Y en esto, la verdad, todos los que asistimos al debate estamos de acuerdo. Inmediatamente surgen varias preguntas: ¿Por qué han perdurado las novelas de Jane Austen? ¿Cómo ha influido en ello el cine? ¿Han envejecido bien sus obras? ¿Qué tiene de especial, en concreto, Persuasión, para que haya sido catalogada entre las mejores obras de la Historia? ¿Es la pasividad y autocontrol en la que se mantiene el personaje lo que hace diferente esta narración?  ¿Qué necesita una novela para que su interés perdure en el tiempo?
Y tras un arduo debate, nuestro  amigo crítico acaba admitiendo las virtudes de la novela: es casi un documento histórico y es meritorio haberla escrito en aquellos tiempos, pero, concluye, cuando hace falta tanto razonamiento para disfrutar de una obra, cuando no emociona, es fácil abandonarla.

Y claro, es que lo que rige nuestro comportamiento, según hemos leído en el ensayo de Victoria Camps, nuestro segundo libro de la tarde, son las emociones.
La tesis del ensayo El gobierno de las emociones es que son estas las que nos mueven a actuar de una manera enérgica y constante. La autora pone ejemplos muy sencillos al respecto: conducir en estado de embriaguez (solo si llegamos a temerlo nos negaremos a circular con los niveles prohibidos de alcohol en sangre), o pagar impuestos (solo si sentimos que son justos cumpliremos fielmente con el fisco). Pero la razón por la que algo nos produce una emoción es cultural, se construye socialmente. Hace pocos años se sentía pudor por la desnudez, hoy no tanto.

Por otro lado, en una sociedad democrática y justa, los individuos tienen una serie de deberes, de obligaciones con lo público. Es un acto de libertad renunciar al beneficio individual en favor del bien colectivo. La sociedad debe generar una opinión de manera que se fragüen emociones adecuadas que son aquellas que  nos muevan a actuar en aras del bien público.

La relación entre la razón y la emoción ha sido objeto de reflexiones filosófica a lo largo de la historia, ya los presocráticos abordaron estos temas. También la ciencia ha investigado el mapa del cerebro y establecido un sinfín de reacciones bioquímicas que se producen cada vez que sentimos o pensamos.

Concluimos que el libro de Victoria Camps es una magnifica revisión de lo que han dicho los grandes filósofos y pensadores sobre estos temas. Nos gusta lo didáctico que es, los ejemplos cotidianos que expone que lo alejan de la abstracción y facilitan la comprensión por parte de lectores no especializados. Abarca tantos temas que a cada uno de los que estamos nos interesa alguno en particular: la manipulación emocional del discurso político, la diferencia entre la culpa y la vergüenza, la responsabilidad de reconducir los sentimientos de los hijos, la posibilidad de modular el temperamento con una autorreflexión basada en los valores éticos colectivos.  También resaltamos las frases que recoge el libro, como pensamientos propios o como citas de otros filósofos, que más nos han impactado “el sentimiento es el poso que queda tras la emoción” “para hacer el bien no basta conocerlo, hay que desearlo” “una pasión se combate con otra pasión”  “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el momento oportuno, con el propósito justo y en el momento correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.” ¿A alguien se le ocurre otra? Seguro que olvidamos alguna.

Sin embargo, echamos de menos un desarrollo filosófico propio, parece que el libro es un ensayo de divulgación filosófica  y nos preguntamos, a propósito de la popularidad que está adquiriendo la autora,  qué tal se convive con esa responsabilidad. ¿Y si no se entiende lo que digo? ¿Y si se tergiversa o se malinterpreta? Suponemos que son preguntas que se puede plantear cualquier líder de opinión comprometido con su tiempo.

Y para acabar, una reflexión: tanto descubrimiento científico,  tanto pensamiento analítico ¿dará algún día con el secreto de la felicidad? ¿No existen ya fármacos que subiendo el nivel de un neurotransmisor nos proporcionan bienestar? Gana, por mayoría, el no.
ChS






4 comentarios:

  1. Leer es doblemente placentero si se tiene la oportunidad de comentar después y tanto como los libros me interesan vuestros puntos de vista. Como no pude acompañaros, agradezco aún más el resumen de la reunión, que no habrá sido nada fácil hacer. Estupenda la crónica.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Completamente de acuerdo. La lectura comentada multiplica el placer y le da más valor. Me alegra que la cronica te haya servido (aunque nada como el directo, claro)

      Eliminar
  2. Muy buen resumen. Equilibrado y justo.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Claudio! Me alegra que a ti, en especial, te parezca justo.

    ResponderEliminar