TEMA: RAZÓN Y EMOCIÓN. EL DEBATE
Son las seis y media de la tarde
y acudimos a la cita sabiendo que habrá polémica. Y el debate, en efecto, no
nos decepciona. Los argumentos a favor y en contra están tan bien planteados e
hilvanados que uno va cambiando de bando según quien tenga la palabra. He aquí
un resumen.
A Jane Austen hay que leerla
sabiendo que lo que se lee pertenece a la Historia. La autora hace una magnífica
postal de la sociedad británica del siglo XIX en la que la clase burguesa tiene
un deber principal: conseguir perpetuar sus privilegios generación tras
generación. Está prohibida la elección de un marido de clase social inferior. El
amor romántico no es la prioridad. Pero también en esa época empiezan a surgir casos
de jóvenes sin dinero que consiguen ascender socialmente a través de su carrera
militar y que no están dispuestos a acatar las normas. Y en este contexto, y
siempre teniendo presente cómo es la sociedad británica (“esto no es Francia y
su revolución” precisa, oportunamente, la defensora de la novela cuando se
critica la falta de coraje de la protagonista), surge la atracción entre dos
personas de orígenes distintos. Él se siente rechazado porque de hecho lo ha
sido inicialmente y no es sumiso a esa regla de no transgresión de clases y ella se encuentra
con el dilema de enfrentarse o no a su
entorno por amor ¿adivina el lector como acaba la historia?
Al más crítico del grupo le honra
haber cumplido con su deber democrático:
leer la novela que habíamos votado la mayoría. Pero, como bien puntualiza, lo ha
hecho sin ningún interés y eso es lo que no le perdona a Jane Austen, lo
previsibles que son sus novelas. A las pocas páginas de empezar el libro, en el
momento en que aparece el apuesto y rico joven, ya nos imaginamos con quien se
casará la protagonista. Y en esto, la verdad, todos los que asistimos al debate
estamos de acuerdo. Inmediatamente surgen varias preguntas: ¿Por qué han perdurado
las novelas de Jane Austen? ¿Cómo ha influido en ello el cine? ¿Han envejecido
bien sus obras? ¿Qué tiene de especial, en concreto, Persuasión, para que haya sido catalogada entre las mejores obras
de la Historia? ¿Es la pasividad y autocontrol en la que se mantiene el
personaje lo que hace diferente esta narración? ¿Qué necesita una novela para que su interés
perdure en el tiempo?
Y tras un arduo debate, nuestro
amigo crítico acaba admitiendo las virtudes de la novela: es casi un documento
histórico y es meritorio haberla escrito en aquellos tiempos, pero, concluye, cuando
hace falta tanto razonamiento para disfrutar de una obra, cuando no
emociona, es fácil abandonarla.
Y claro, es que lo que rige nuestro comportamiento, según hemos leído en el ensayo de Victoria Camps, nuestro segundo libro de la tarde, son las emociones.
Y claro, es que lo que rige nuestro comportamiento, según hemos leído en el ensayo de Victoria Camps, nuestro segundo libro de la tarde, son las emociones.
La tesis del ensayo El gobierno de las emociones es que son estas
las que nos mueven a actuar de una manera enérgica y constante. La autora pone
ejemplos muy sencillos al respecto: conducir en estado de embriaguez (solo si
llegamos a temerlo nos negaremos a circular con los niveles prohibidos de
alcohol en sangre), o pagar impuestos (solo si sentimos que son justos cumpliremos
fielmente con el fisco). Pero la razón por la que algo nos produce una emoción
es cultural, se construye socialmente. Hace pocos años se sentía pudor por la
desnudez, hoy no tanto.
Por otro lado, en una sociedad
democrática y justa, los individuos tienen una serie de deberes, de obligaciones
con lo público. Es un acto de libertad renunciar al beneficio individual en favor
del bien colectivo. La sociedad debe generar una opinión de manera que se fragüen
emociones adecuadas que son aquellas que nos muevan a actuar en aras del bien público.
La relación entre la razón y la emoción ha sido objeto de reflexiones filosófica a lo largo de la historia, ya los presocráticos abordaron estos temas. También la ciencia ha investigado el mapa del cerebro y establecido un sinfín de reacciones bioquímicas que se producen cada vez que sentimos o pensamos.
Concluimos que el libro de Victoria Camps es una magnifica revisión de lo que han dicho los grandes filósofos y pensadores sobre estos temas. Nos gusta lo didáctico que es, los ejemplos cotidianos que expone que lo alejan de la abstracción y facilitan la comprensión por parte de lectores no especializados. Abarca tantos temas que a cada uno de los que estamos nos interesa alguno en particular: la manipulación emocional del discurso político, la diferencia entre la culpa y la vergüenza, la responsabilidad de reconducir los sentimientos de los hijos, la posibilidad de modular el temperamento con una autorreflexión basada en los valores éticos colectivos. También resaltamos las frases que recoge el libro, como pensamientos propios o como citas de otros filósofos, que más nos han impactado “el sentimiento es el poso que queda tras la emoción” “para hacer el bien no basta conocerlo, hay que desearlo” “una pasión se combate con otra pasión” “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el momento oportuno, con el propósito justo y en el momento correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.” ¿A alguien se le ocurre otra? Seguro que olvidamos alguna.
Sin embargo, echamos de menos un desarrollo
filosófico propio, parece que el libro es un ensayo de divulgación
filosófica y nos preguntamos, a
propósito de la popularidad que está adquiriendo la autora, qué tal se convive con esa responsabilidad. ¿Y
si no se entiende lo que digo? ¿Y si se tergiversa o se malinterpreta?
Suponemos que son preguntas que se puede plantear cualquier líder de opinión
comprometido con su tiempo.
Y para acabar, una reflexión: tanto
descubrimiento científico, tanto
pensamiento analítico ¿dará algún día con el secreto de la felicidad? ¿No
existen ya fármacos que subiendo el nivel de un neurotransmisor nos
proporcionan bienestar? Gana, por mayoría, el no.
ChS
Leer es doblemente placentero si se tiene la oportunidad de comentar después y tanto como los libros me interesan vuestros puntos de vista. Como no pude acompañaros, agradezco aún más el resumen de la reunión, que no habrá sido nada fácil hacer. Estupenda la crónica.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo. La lectura comentada multiplica el placer y le da más valor. Me alegra que la cronica te haya servido (aunque nada como el directo, claro)
EliminarMuy buen resumen. Equilibrado y justo.
ResponderEliminarGracias, Claudio! Me alegra que a ti, en especial, te parezca justo.
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