18 de marzo de 2013

La cuadratura del círculo. Falso tratado de urbogonía. Gheorghe Sasarman


No he podido evitar, al leer el subtítulo de La cuadratura del círculo, “Falso tratado de urbogonía”, pensar en Stanislav Lem y en los falsos prólogos de falsos tratados que configuran su desconcertante Magnitud imaginaria. Es difícil también dejar de pensar en Borges y en sus delirantes bibliotecas. Tres autores dispares: un polaco con estudios de Medicina que explora las profundidades del alma en sus viajes a las estrellas, un argentino que busca las claves filosóficas a través de la historia, echando mano para ello tanto de la tradición clásica, como de los estudios teológicos o de las musas tangueras, y este arquitecto rumano arrastrado por las corrientes de la utopía y las del totalitarismo. Y, sin embargo, encontramos en ellos un denominador común: su imaginación desbordante para crear nuevos mundos y su racionalidad cartesiana capaz de argumentar sin fisuras los mayores disparates. En suma, Sasarman comparte con Lem y con Borges la capacidad de guiarnos por los meandros del pensamiento hasta abocarnos a sus límites.

No cabe duda de que el propio título del libro nos abre ya la puerta a la paradójica naturaleza de los 36 relatos que lo integran. En cada uno de ellos, el autor nos presenta una urbe peculiar, que constituye en sí misma un singular y misterioso cosmos. Los nombres de esas ciudades nos cuentan ya algo de las mismas: Vavilón, la ciudad falsamente ascendente, Virginia, la ciudad sin hombres, Senecia, la ciudad donde la sabiduría acaba con el trabajo manual que la sustenta, Protópolis, escenario de la involución provocada por la simple necesidad de probar aquello que se ha inventado... Si bien en muchos de ellos se plasma la preocupación del autor por las consecuencias del progreso humano, sobre todo en el plano tecnológico, hay muchos también en los que es la utopía igualitaria la que aboca al hombre al infierno. Záalzeck, por ejemplo, parte de un orden justo destruido por el afán de los sacerdotes, mientras que en Homegenia, la homogeneización de los habitantes lleva a la ruptura de los lazos humanos y a la postre, de los afectos y emociones que mueven a los hombres. 

A pesar de lo estilizado de los relatos, se respira en todos ellos el pesimismo de quien ha visto desmoronarse todas las utopías, tanto científicas como sociales. En 1975, año en que Sasarman publicó su libro en Rumanía, aquella radiante fe en el progreso de los constructivistas había desembocado en la robotización del trabajo, la contaminación del entorno y la permanente amenaza nuclear, mientras que la ilusión de justicia e igualdad había degenerado en el totalitarismo corrupto de Ceaucescu. La cuadratura del círculo se enmarca en esa tradición posibilista de traducir a alegorías la realidad circundante y, en ese marco, la lectura adquiere una dimensión distinta. Tal vez por eso las  narraciones, si bien inteligentes e irónicas, adolecen de una distante frialdad. Se echa de menos la desfachatez de Lem, un lenguaje más libre, unos juegos menos racionales, una rabia más palpable, unas peripecias más humanas y, sobre todo, la percepción subjetiva de esos entornos, esa percepción que hace inolvidables los cuentos de Borges, que vivimos como experiencias propias y no narradas. Las urbes de Sasarman son juegos mentales, elucubraciones sobre el desarrollo exacerbado de un determinado aspecto del progreso humano. La contención es una de las principales características. No hay lugar para el sentimiento en los cuentos de Sasarman, no hay felicidad ni tragedia, sino una ironía distante. Los relatos inciden una y otra vez en la degradación de lo humano, en la robotización, en el desarrollismo, en la tiranía, hay poesía en sus cuentos y erudición y retos para los lectores, pero la falta de hálito humano, en el plano literario, socava el vuelo que intuyo, en mejores circunstancias, hubiera podido tomar. 

El libro ha sido traducido al español recientemente por Mariano Martín y publicado en la editorial La Biblioteca del Laberinto. Sin poder comparar con el original rumano, se observa no obstante el minucioso trabajo del traductor para trasladar con exactitud y elegancia las palabras del autor y abrirnos las puertas al mundo de una obra de originalidad innegable. Cabe destacar también la introducción al libro en la que Mariano Martín nos ofrece una erudita presentación del autor y su obra.

Reseña recomendada: http://unlibroaldia.blogspot.com.es/2013/03/gheorghe-sasarman-la-cuadratura-del.html

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