28 de septiembre de 2022

TERTULECTOS, UNA NUEVA MIRADA - EXPOSICION DE FRANCESC CATALA-ROCA

 


No hemos parado, ni mucho menos, hemos ampliado nuestro campo de acción. Ahora leemos, miramos, escuchamos, tocamos y degustamos. Los cinco sentidos para tomar el pulso a la actividad cultural de nuestro entorno.

Para iniciar esta nueva dimensión de Tertulectos el 29 de junio realizamos una visita a la exposición fotográfica “Francesc Català-Roca. La lucidez de la mirada”. Un título premonitorio para esta nueva etapa de Tertulectos. Una visión más amplia, mas sensorial y más lucida sobre lo que se cuece. Todas las actividades artísticas se complementan y su observación y disfrute permiten una visión más global de la cultura actual.

Fue un placer regresar a ese edificio industrial de ladrillo rojo y estilo neomudéjar ubicado en el barrio de Delicias de Madrid y que en un pasado reciente fue la fabrica de Cervezas El Aguila. Este conjunto arquitectónico junto a otros similares que se encuentran en Legazpi conforman un nuevo eje cultural que aportan creatividad y aglutinan  una intensa actividad cultura al sur de Madrid. La normalidad de nuestra actividad siempre es una anormalidad. Esta vez se juntaron las restricciones de movilidad provocadas por la Cumbre de la OTAN que se celebraba eso días en Madrid y los mas de cuarenta grados a la sombra de los que disfrutábamos.

El complejo El Águila alberga de forma permanente el archivo regional de la Comunidad de Madrid, una biblioteca y un almacén con miles de fotografía de Santos Yubero, otro ilustre de la cámara que contribuyó con sus instantáneas registrar la memoria colectiva de toda una generación. En una de las salas del recinto está expuestas una pequeña selección de su obra relacionada con oficios desaparecidos como los serenos y algunas actividades artesanales.

Me he ido por las ramas porque El Águila es un contenedor en si mismo que merece ser visitado en cualquier momento, aunque esta vez la excusa fue la exposición que PHOTOESPAÑA montó allí durnte todo el verano de 2022. Su título: Francesc Català-Roca. La lucidez de la mirada (en este enlace se puede ver algunas de las características generales de la exposición). La selección mostrada recogía una visión imprescindible para el público que no está familiarizado con la obra de este fotógrafo catalán del que este año conmemoramos el centenario de su nacimiento.

La lucidez de la mirada de los Tertulectos que visitaron la exposición nos dejó algunos comentarios y una selección de sus obras preferidas.

¿Monja despistada?

Catalá capta esta imagen de la hermana, siendo consciente del contraste que existe entre el primer plano de ella y el anuncio de bailes de disfraces, wisky y elección de miss minifalda, carteles en los que ella, probablemente no se fijó.

No sabemos si la hermana estaría esperando a algún acompañante/a de la orden para ir a censurar y reprender a los organizadores de tales despropósitos o quizá para asistir ella misma, camuflada, para desahogarse y liberarse de aquellos años casposos en los que toda España vivía.

Composición, contraste y memoria

Lo primero que me llama la atención de esta foto es la composición. Me gusta el juego simétrico de las motos alineadas, los carteles en posición descendente y el encuadre entre dos escaleras de tijera. Además, me gusta ese predominio del blanco en una foto en blanco y negro. Y después, cuando me detengo a mirar la foto, descubro nombres de artistas que no conozco y que puede que fueran de tercera división, pero que gracias a esta fotografía han perdurado de alguna manera. Esto me hace pensar en el valor documental que tiene la fotografía y también lo azaroso que puede ser que un fotógrafo capte a alguien o algo y lo haga perdurar.

Creo que estas tres facetas (composición, dominio absoluto del contraste entre el blanco y el negro y documentación de una época) están presentes en todas las fotografías de la exposición. Y, por supuesto, la nitidez. Nos hemos acostumbrado a fotografías rápidas con cámaras del móvil, algunas supuestamente buenas, y damos poco valor a la propia técnica fotográfica, como si eso no formara parte del proceso artístico, como si lo pudiera hacer cualquiera. Pero hacer una buena fotografía, como las que se ven en esta exposición de Catalá Roca, está solo al alcance de muy pocos.

La perfección técnica. Foto fija, imágenes en movimiento

Hay en toda la obra de Catalá-Roca una invitación a ir más allá de la imagen capturada. Una fijeza que transmite sin embargo movimiento y que alumbra una historia de continuidad a través de las luces, las sombras, los objetos, los personajes y el encuadre. Todas cuentan una historia. 

Para finalizar deciros que ha merecido la pena retrasar la publicación  del relato de esta visita porque en este intervalo de tiempo las dos cajas etiquetadas con Catalá-Roca, que aparecieron hace unos meses en un armario de la Agrupació Fotogràficade Catalunya (AFC) han sido clasificadas y en su sede exponen 12 fotografías que contenían esas dos cajas, 12 auténticas fotos vintage tomadas en 1950 y 1951 y que muestran quién era ya entonces Català-Roca y, sobre todo, en quién se iba a convertir. Son la fotos que solo es capaz de tomar un domador de la luz.

Os dejo el enlace al reportaje que le dedica El Periodico de España a tan relevante muestra y un video del acto inaugural.

https://www.epe.es/es/cultura/20220926/halladas-cajas-perdidas-exquisitas-fotos-75771457

https://youtu.be/ONb_4nmzbc0




2 de junio de 2022

PARAISO, de Abdulrazak Gurnah


En general, su lectura nos ha dejado un poco fríos. Esperábamos algo más del Nobel y nos sentimos un poco decepcionados. Coincidimos en que se trata de una narración amable, bien escrita, pero muy lineal teniendo en cuenta que los temas centrales podrían ser la esclavitud y los refugiados.

La trama gira en torno al viaje iniciático de Yusuf, desde la niñez ignorante hasta la madurez de un joven que percibe la autentica realidad que lo rodea. Un entorno que se nos describe más próximo a un cuento de aventuras con muchos elementos orientales que nos retrotraen a algunas historias de las mil y una noches y un pensamiento anticipativo y mágico del protagonista. No obstante, hay momentos de sufrimiento, violencia y crueldad extrema, pero sin mostrar heridas. También apuntes de situaciones de indudable calado social, pero sin desarrollarlas.

El inicio es prometedor, Yusuf un niño de 12 años vive dentro de la normalidad esperable en un entorno rural del sureste de África. Las deudas que tiene contraídas su padre con el mercader Aziz provocan que este se lo lleve como garantía de pago futuro. Una forma encubierta de esclavitud aunque está narrada como una especie de pupilaje protector. Yusuf se convierte en un servidor del mercader Aziz, pero no hay explotación, maltrato o vejaciones. El niño está descrito sutilmente como un tipo guapo y un tanto andrógino de forma que cautiva tanto a hombres como a mujeres. Llama la atención el desenfado y la normalización con que se vive la sexualidad en un entorno que los occidentales podríamos imaginar muy cerrado. Otro aspecto destacable es la multiculturalidad que existe en la zona, en la que se sitúa a hindúes, chinos, árabes y nativos africanos de distintas procedencias. La acción transcurre en los inicios de las colonizaciones europeos y las fronteras territoriales de Tanzania, Senegal y la región de los grandes lagos, están aún por definir.

En el transcurso de los viajes en los que Aziz acompaña al mercader se producen situaciones en las que se resaltan las dificultades en la relación de los habitantes de la zona: lingüísticas, religiosas, de poder, de abastecimiento y materias primas, de justicia, de intercambio comercial y, por supuesto, los obstáculos naturales que hay que superar para vivir. Todo esto con la amenaza velada de una guerra y una más que previsible invasión de los países europeos.

Todo es paradisiaco, pero el Paraiso no existe ni siquiera en el jardín del mercader Aziz.

Estoy seguro que este libro tiene su público.

REENCUENTRO



¡Por fin pudimos abrazarnos! ¡Que alegría! 
Y, además, pasamos una tarde preciosa y muy completita. Casi una refundación, volviendo a nuestros orígenes, ocupando la plaza pública, la calle, la que inspiró la creación del Grupo y sigue motivando las lecturas y otras actividades Tertulectas. Siempre, intentando comprender el entorno para contribuir humildemente a divulgar cultura y conocimientos y, por supuesto, escalar en nuestro propio desarrollo personal. No hemos perdido ilusión ni ímpetu, Veo que hemos ganado en madurez y profundizado en nuestra amistad. No se puede pedir más.


Extrañamos mucho a Joaquina, Almudena, María e Inna. Hubo cervezas, fotos y muchos abrazos y los mejores deseos y lecturas hasta nuestro próximo encuentro a finales de junio.

Analizamos el libro propuesto para esta sesión: “Paraíso”, de Abdulrazak Gurnah, Premio Nobel de Literatura 2022.



17 de enero de 2016

Monográfico Carmen Martín Gaite


Tertulectos arranca este 2016 con un monográfico. Votamos, casi de forma unánime esta vez, leer a una de nuestras mejores escritoras, una de las más polifacéticas que hemos tenido, Carmen Martín Gaite.

Considerada una de las grandes escritoras del siglo XX, Carmen no fue una escritora afecta a un solo género, sino que manejó con igual soltura la prosa y la poesía, cultivando la novela, el ensayo o el teatro, sin olvidar su gran labor como crítica literaria o traductora (Virginia Woolf, Natalia Ginzburg, Eça de Queiroz, Flaubert o Primo Levi, entre otros muchos).
Debido a esta amplitud de géneros que aborda a lo largo de su carrera literaria, sería  difícil hacer un análisis de su obra completa a partir de la lectura de solo dos de sus libros (no es tampoco ese nuestro objetivo, sino el disfrutar con la lectura y compartir las reflexiones a partir de ellas) pero si tuviéramos que dar unos rasgos rápidos sobre su obra narrativa, podríamos hablar de su gran maestría como contadora de historias, en donde están en permanente conexión el concepto de “realidad” y el de “ficción” que en su obra no representan mundos enfrentados (a pesar de parecer antagónicos), sino que continuamente se intercalan y se confunden. En sus personajes de ficción, a veces lo soñado, lo imaginado, lo recordado o lo leído es más real que lo que les ocurre en su vida cotidiana.
Carmen Martín Gaite, voraz lectora, incorpora a su obra esas lecturas que enriquecen y alimentan su mundo interior, llegando a considerar a muchos de sus escritores leídos como sus “amigos”, una relación amistosa que ella consideraba tan “real” como las que mantenía en su vida y es así como incorpora a su producción aspectos de obras de otros autores.
Como ensayista demuestra la misma capacidad narradora ya que para ella, incluso los hechos históricos, pueden contarse como una novela. Sus ensayos desprenden todos un aire conversacional con los personajes (incluso con la época), sea el conde de Guadalhorce o Macanaz, sus “muertos”, con los que más bien mantiene un diálogo, al igual que con sus “amigos” escritores que no conoce.
Manteniendo nuestro formato habitual (lectura de una novela y un ensayo) leemos El cuarto de atrás, una de las obras donde la autora nos deja en un estado de vacilación entre lo real y lo onírico, lo verdadero y lo inventado, en un perspicaz juego donde nos demuestra su destreza creativa, donde aparecen referencias a otros textos (Todorov, Lewis Carroll, Bataille, Poe, Stevenson, Kafka…) y otros géneros, llamados “femeninos” (por estar destinados a mujeres, claro), como es la novela rosa o el cuento de hadas. Y asomándose de vez en cuando, nos muestra retazos de su infancia, los recuerdos en aquel cuarto de atrás, pintándonos un cuadro genial de la época.
Como ensayo, Usos amorosos de la postguerra española, obra a la que hace referencia varias veces en la novela, en donde de una forma amena pero documentada, nos describe la España que a ella le tocó vivir, reflejando no solo los usos amorosos, sino la vida cotidiana de un país sumido en el oscurantismo de los años del franquismo. En sus ensayos podemos apreciar la versatilidad con la que utiliza el lenguaje, capaz de expresarse con el más culto para pasar a uno más coloquial y divertido.
Al hilo de estas lecturas es seguro que nos surgen a todos muchas dudas y preguntas sobre ella, sobre la forma en que su propia biografía aparece encubierta en su narrativa, sobre si la intertextualidad de la que muchas veces se habla, es tan patente en su obra; cuáles fueron esos autores que influyeron en ella; cómo concibe Carmen a sus personajes femeninos; su reelaboración de cuentos y tradiciones; sobre su comunión o no con la filosofía existencialista, dada la actitud reflexiva e introspectiva de los personajes, el anhelo de un proyecto vital... quizá demasiadas preguntas para una tarde que queda escasa para un personaje tan variopinto, complejo y fascinante como fue Carmiña.
Para debatir sobre estas, y otra muchas preguntas que se plantearán, e iluminar muchos aspectos que desconocemos de su prolífica obra, tendremos la suerte de contar con José Teruel, uno de los estudiosos que mejor conoce su obra.
Profesor titular de Literatura española en la Universidad Autónoma de Madrid y acreditado para el Cuerpo de Catedráticos, José Teruel ha sido también profesor de Poesía española contemporánea en el Instituto Internacional y Visiting Professor en Duke University y La Escuela Española de Middlebury College. A su labor docente se une la investigadora que actualmente se centra en el Proyecto I+D: “Epistolarios, memorias, diarios y otros géneros autobiográficos de la cultura española del Medio Siglo”.
Entre sus muchas publicaciones podríamos destacar, La joven poesía española del medio siglo (1992), Otro marco teórico para el medio siglo: la poesía de Miguel Fernández (2000), Los años norteamericanos de Luis Cernuda (Premio de Investigación Internacional «Gerardo Diego» de Investigación Literaria, 2013), las ediciones de Tirando del hilo (artículos 1949-2000) de Carmen Martín Gaite (2008), la Correspondencia entre esta autora y Juan Benet (2011), y las conclusiones del congreso Un lugar llamado Carmen Martín Gaite (2015). Ha publicado diversos artículos y capítulos de libros sobre la colección Adonáis y la Escuela de Barcelona, Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Ángel Vázquez y Martín Gaite, de quien también dirige la edición en siete volúmenes de sus Obras completas, por lo que podemos decir que contaremos con uno de los investigadores más notables de la obra de Martín Gaite.
Pero todo ese saber y buen hacer, es solo una capa que recubre a un ser de una honestidad y modestia intelectual propias solo de las personas verdaderamente inteligentes porque Pepe, como todos le llamamos amigablemente, no solo es amante del rigor en el estudio y del trabajo bien hecho, es alguien de una gran calidad humana, leal a muchos nobles valores, siempre presto a implicarse en cualquier actividad, como venir a nuestra tertulia y regalarnos generosamente su tiempo y su saber, y es por ello que, desde aquí, ya le damos las gracias todos los tertulectos.
Los lectores siempre fuimos para Carmen algo muy importante, siempre nos tuvo muy en cuenta. Estoy segura que su espíritu libre, fantástico y juguetón, rondará en nuestra tertulia y esperamos que, de alguna forma, sienta nuestra admiración y reciba este pequeño homenaje a la gran escritora y valiente mujer que fue.

11 de agosto de 2015

Suburbana, de Claudio Mazza

 LSuburbana en verano cuando era un borrador. La leí de un tirón y llamé corriendo a Claudio para hablar con él de la novela antes de que se me pasara la euforia porque Suburbana me había hecho reír, y pensar, y llorar, porque, en pocas palabras, la novela me había conmovido.
La historia empieza cuando Renzo, que vive en Madrid, recibe la noticia de la enfermedad de su padre y viaja a Buenos Aires para acompañarle en lo que posiblemente sean sus últimos días. En el hospital, conoce a una hermana que no sabía que tenía y a partir de ahí se inicia el redescubrimiento de un padre con el que intuimos que Renzo había tenido más de un desencuentro.
Siempre se dice que la adolescencia es la etapa más difícil porque los adolescentes necesitan distanciarse de sus padres, enfrentarse a ellos incluso, para llegar a ser ellos mismos. Sin embargo, en cierto modo, creo que la verdadera independencia llega cuando el padre o la madre fallecen, cuando dejamos de tener esa mirada aprobadora o reprobadora sobre nosotros y no nos queda más remedio que mirarnos exclusivamente a través de nuestros propios ojos. Al mismo tiempo, liberados también de esa presión, podemos verlos a ellos con una mirada nueva. 

El viaje interior de Renzo y el regreso a los orígenes se desarrollan, con gran acierto, a través de dos historias paralelas: la de Renzo y su acomodada y gran familia, y la de su hermana, Alma, y su trágico y desestructurado entorno. Y es esa doble mirada, la del hombre al que parece pesarle la pasividad de su familia frente a la dictadura, y la de la mujer que añora esa familia de Renzo, que se antepone a sí misma a todo lo demás, y que está dispuesta a lo que sea por sacar al clan adelante, la que enciende también en el lector la chispa de esa mirada nueva. Esa doble historia se refuerza además por una ambientación sabiamente elegida y contrapuesta: los asados familiares para recordar y narrar la historia de Renzo, y el remoto y aislado entorno del Tigre para la historia de Alma.
Un cúmulo de aciertos, en el que la ambientación, el ritmo, los personajes y las tramas sostienen con firmeza los temas de la novela y dejan en el lector un gusto dulce, sanador y apacible que es raro encontrar en la literatura. 

Maite Fernández Estañán

Creo que todos hemos leído Suburbana no sólo ya antes de que la escribiese Claudio, incluso antes de que la imaginase. El mérito de Claudio radica en ponerle las palabras justas, el ritmo adecuado y las situaciones parabólicas imaginativas (y otras no tanto) para situarnos en la caverna que cada uno de nosotros llevamos dentro y colocarnos la mochila que transportamos a la vista de todos. Suburbana forma parte de nuestro ADN, de esa dualidad que nos define: la vida que vivimos de forma real y esa otra exógena, que vivimos a través de los otros o de los acontecimientos que van sucediendo a nuestro alrededor y que nos producen nostalgia, envidia, amor, reproches… y toda la retahíla de sentimientos que creemos propios y que en realidad surgen por yuxtaposición o contraposición al entorno. Y me gusta esa palabra que acabo de citar porque, aunque Suburbana muestra esa dualidad, realmente lo que hace es yuxtaponer, en una estructura perfectamente forjada, fórmulas antagónicas para sumar y decirnos de qué estamos hechos los humanos. Claudio es arquitecto y conoce bien los materiales de construcción, su resistencia, su elasticidad, su poder de atracción… y ahora también su piel y su alma.
Como tenéis que leer Suburbana, de Claudio Mazza, no voy a descubrir la trama, sólo apuntar que me encantan el paraje de El Tigre y el cuaderno de Alma, porque para mí ahí está el verdadero libro; el libro dentro del libro. El resto es vida, que no es poco.

Santiago Báez

Suburbana es una novela profunda en la que se palpa el compromiso del autor con el contexto en los que sitúa a sus personajes y con lo que quiere contar.  Claudio parece haberse dejado el alma en cada párrafo para que entendamos qué ha significado para las personas corrientes, los héroes anónimos como él dice, la historia reciente de su país. Para conseguirlo utiliza un elenco muy amplio de personajes a los que somete a situaciones cotidianas,  como un concurso de talentos infantil con la censura de fondo o una tarde de cine con vuelta a casa en autobús interrumpida por una redada. Pero también los pone a prueba ante circunstancias límite o clandestinas.  Todos ellos sortean la vida de manera muy diferente (desde la militancia activa hasta la aceptación del poder), pero cada uno tiene que convivir con sus propias miserias. Ahora que rememoro la novela, me doy cuenta que me han emocionado más los personajes más débiles, los que sobreviven  sin querer enterarse de lo que pasa. ¿Será que es ahí donde Claudio quería que llegara? No creo. Suburbana no es una novela adoctrinadora. Todos sus personajes están llenos de matices y cada lector se va a quedar con algo diferente.  Claudio narra los hechos con contundencia, sin adornos. Empleando el lenguaje culinario tan presente en su novela,  su prosa es rica y cruda, sin aderezos. Por eso la naturaleza humana flota por encima de cualquier episodio y la novela trasciende su contexto, nos habla de nosotros mismos y nos conmueve. Y si alguien cree que exagero que haga la prueba: a ver si consigue leer el capítulo 1979 sin sentir una enorme compasión ante la cobardía.

Charo Santolaya


Lo primero que pienso al rememorar la lectura de Suburbana es “cercanía”. Hay tantos detalles que me hicieron identificarme con ella que me parece mentira que la haya escrito alguien a priori diferente a mí, y que se desarrolle en un lugar tan distante de mi propio “mundo”. Pero en eso consiste su grandeza: en hacerme paladear un submarino aunque nunca lo haya probado y no case con el pegajoso calor del diciembre bonaerense; en permitir que asista a los asados familiares del 9 de Julio y ayude a la madre a preparar las empanadas como si supiera la receta de memoria; en impulsarme a correr con Alma y su madre huyendo de sus perseguidores por las calles de Tigre; en hacerme reír y llorar al mismo tiempo ante los ceremoniales de un entierro. Creo que aún estoy allí, en Morena y en el hospital y en “El Otro Mundo” y en el jardín del Viejo y en las calles del Madrid que recibe al exiliado. Y nunca estuve. O puede que sí. 

MCarmen G. Galott


Cuando empiezas una novela es difícil adivinar si responderá a tus expectativas y hay que leer algunas hojas hasta ver el rumbo que coge. No es eso lo que ocurre cuando abres Suburbana, no. Esta novela arranca a lo grande, con ecos de esas consagradas novelas familiares que ha dado la buena literatura.
Así es como me atrapó Suburbana, desde la primerita hoja, como el nogal de la bisabuela Otilia atrapó su ira (y sus uñas) el día que la obligaron a criar un hijo que no era suyo.
Solo con esos primeros párrafos sabía que sería una novela que no me dejaría indiferente y mucho menos podría leerla sin que fuera casi del tirón.
Me equivoqué. Al leer la segunda hoja, sentí que me estaban hablando de algo conocido, algo que hablaba de mi propia experiencia y lloré... mucho... La voz de Renzo, su reflexión en el avión sobre la llamada que le comunicaba que su padre se debatía entre la vida y la muerte, era la de tantas personas que un día, sin previo aviso, se encuentran en esa situación y sus vidas cambian en ese preciso segundo. Me dio miedo seguir, lo confieso. La tuve aparcada unos días, había que coger resuello y seguir porque la pluma de Claudio me prometía momentos intensos, de gran placer literario (su prosa es un cóctel de poesía, humor, buen manejo del lenguaje...) pero también me dejaba claro que habría muchos más momentos de emoción. Habría que hacerse al menos con un paquete de kleenex y tenerlo a mano para continuar. Y los usé.
A partir de ahí, me dejé llevar por las calles de Buenos Aires, (porque la ciudad forma parte de ese elenco de personajes que pueblan la novela) como me dejé arrastrar por la vida de unos personajes construidos con mucho amor, con pasión. Y fuimos conociendo a cada uno de ellos. A ese padre respetado, adaptable a las circunstancias, con su secreto oculto durante tantos años, una madre dispuesta a todo por mantener su familia unida (buen ejemplo el parentesco más biológico que afirma que "la sangre es más espesa que el agua"). Alma, gran pilar de la novela, hermana aparecida, que tanto deseó haber tenido una familia estable y que, sin embargo, la vida la obsequió con un sinfín de circunstancias personales e históricas que se lo impidieron y es, a través de ella, con la que Claudio nos pincela muchos momentos de la historia más reciente de Argentina. Y tantos otros personajes secundarios, pero no por ello menos interesantes, que dan armazón a esta preciosa novela.
Quiero señalar también lo que he disfrutado con las preciosas y oportunas citas introductorias de cada capítulo, muestra de las muchas lecturas de Claudio a lo largo de su vida.
La experiencia de la lectura es única para cada lector pero creo que es fácil coincidir en que Suburbana nos habla de sentimientos, algunos muy profundos, y con los que nos identificamos en muchos pasajes. Para mí, es una novela de permanente emoción, de las que arañan el corazón (en el sentido más poético del término) y eso lo hace Claudio como un gran maestro de la palabra.

Carmen Chincoa


16 de abril de 2015

Le Guin o la imaginación disciplinada

Mariano Martín Rodríguez

Con ocasión de la presentación en mayo de 2013 de la traducción inglesa por Ursula K. Le Guin del libro del autor rumano Gheorghe Săsărman, hecha a partir de mi versión española (La cuadratura del círculo), tuve el privilegio de conocer y hablar personalmente con quien ha sido desde mi juventud mi autora de cabecera. Aparte de comprobar que su calidad humana no era menor que su calidad como escritora, pude preguntarle por diversos aspectos de su producción. En una excursión a Salem, la capital de Oregón, desde Portland, su ciudad de residencia, le dije que me parecía que había cultivado todos los géneros de la literatura de lo imaginario, pero que echaba de menos una corriente tan vigorosa como la ficción de terror, desde los educados fantasmas de raigambre victoriana hasta los proletarios y descerebrados zombis tan populares hoy en día. Su respuesta fue simplemente que no le había interesado nunca este tipo de ficción, sencillamente. Por supuesto, no hay leyes en gustos ni colores, por lo que no me pareció oportuno volver a tocar el tema, pero esa respuesta me reafirmó en la impresión de que la imaginación de Le Guin es refractaria a las celebraciones del irracionalismo, a la arbitrariedad con la que se introducen en el mundo ficcional hechos inexplicables e inexplicados, o con que algunos escritores valoran, desde el Surrealismo al Postmodernismo, el hecho de dar rienda suelta a sus delirios pretendidamente visionarios o liberadores. Incluso sus obras supuestamente menos especulativas (entendiendo por ficción especulativa lo que Borges llamaba de «imaginación razonada» y que comentaristas antiguos como Favonio ya supieron distinguir de la fantasía «fabulosa» e irracional) como el ciclo de fantasía de Earthsea (Tierramar) o el magistral relato cercano al equívoco realismo mágico «Buffalo Gals, Buffalo Gals, Won’t You Come Out Tonight» (o «Chicas bisonte, ¿no vais a salir esta noche?», como reza mi traducción del texto) se caracterizan por introducir leyes coherentes en un universo ficcional fantástico que se caracteriza en muchos otros escritores de tales géneros por la tendencia irrefrenable a meter cualquier cosa, en un everything goes que parece rechazar visceralmente Le Guin, igual que su admirado Borges. En Tierramar, la magia no es un procedimiento fácil para resolver problemas argumentales o para sacar de apuros al héroe o heroína, sino que obedece en ese universo a unas leyes tan rigurosas como las naturales de nuestro mundo. En «Chicas bisonte…», la convivencia de la niña humana con los animales antropomorfizados en un pueblo se produce en un universo ontológicamente distinto al empírico, un universo que refleja y reelabora, atendiendo a las preocupaciones contemporáneas (ecología, respeto de la diferencia, neonativismo, etc.), la cosmovisión mítica de los indígenas norteamericanos, ajustándose a las leyes implícitas de dicha cosmovisión. Las cosas no ocurren porque sí, ni aparecen niños con rabito de cerdo o personajes en levitación injustificada, porque le da la gana al «realista mágico» de turno. Le Guin no se deja tentar por tales atajos. 
Ante la complejidad de la realidad, incluida la mítica siempre operativa en nuestra mente, Le Guin responde activamente mediante un planteamiento que persigue una comprensión coherente y global. Este entendimiento del mundo a través de su reflejo ficcional fantástico va mucho más allá de una tentativa de dominio meramente positivista y confiado a la razón pura. Le Guin parece tan refractaria a la reducción del universo a esquemas racionales como a las pretensiones epistemológicas de los seudovisionarios y de los cultores del todo vale. Si consideramos la ciencia ficción, esto es, el género más razonado de los centrados en la creación de fantásticos mundos posibles, observaremos que Le Guin no solo lo ha cultivado amplia y gloriosamente, sino también que sus universos futuros o extraterrestres ligan la organización del dispositivo ficcional al efecto sublime de un novum tecnocientífico.

14 de diciembre de 2014

Por qué nos gustan las mujeres, de Mircea Cartarescu

Por qué nos gustan las mujeres es una colección artículos o relatos sobre las mujeres, obra del escritor rumano Mircea Cartarescu. Si abres el libro, te encontrarás en primer lugar con el prólogo escrito por Max Lacruz Bassols en el que se explica que el libro ha sido un fenómeno editorial en Rumanía y que fue elegido libro del año en 2005. Se menciona además lo sorprendente de este hecho, teniendo en cuenta que Cartarescu es un autor de culto, considerado difícil, candidato al premio Nobel y comparado por la crítica con Borges, Proust o Kafka. Se habla también de la madurez que muestra el autor en esta obra “de escritura sencilla y liviana” para pasar a revelar, finalmente, que la mayoría de los textos son encargos de la revista Elle en su edición en lengua rumana. “Historias pensadas para mujeres, se pensará de inmediato. Literatura de consumo, literatura femenina. Pues no está claro que sea así [...].” Quizás ahí debería saltar la primera alarma pero es posible que no la oigas, como me pasó a mí, y des comienzo a la lectura con curiosidad y buen ánimo. 

El primer artículo con que te encontrarás es “La negrita” (segunda alarma) donde, después de contarnos algún recuerdo suyo, nos explica su fascinación por una mujer vista en el metro de San Francisco.
El siguiente, “Para D., vingt ans après”, es más interesante y nos habla de una chica con la que salió, que dormía con los ojos abiertos y que tenía como cualidad especial el recordar con detalle sus sueños. De D. nos dice el autor que “era maravillosa”, que “tenía los más hermosos ojos azules” y que “no era muy inteligente, [...] me compadecían aparatosamente por el desequilibrio de nuestras relaciones”. Afirma después: “Más tarde, al narrar sueños en mis libros, me aproveché en innumerables ocasiones [...] para robarle las más encantadoras y mejor trabadas visiones” y termina con lo siguiente: “Ruego a D. –wherever she is- (¿¡??) que acepte este pequeño texto no solamente como moneda de cambio por las palabras que me dijo no hace tanto sino como un tierno homenaje”. Llegados a este punto creo que ya las alarmas se han acabado de disparar.